20/4/10

Ricardo Gabelo


título: "retrato psicológico grupal (del cuerpo sin órganos)"
Acrílico sobre tela
mide: 3.15 x 4.50 MTS









título: "Autorretrato como la Pereza"
técnica mixta sobre MDF
mide 50cmsx50cms






sin titulo
óleo sobre MDF
mide: 30cmsx30cms


Diego A. Gonzalez


La sombra y el árbol

Caído sobre las páginas de los arboles, mis respiración se hizo menos cadenciosa, desordenada arrítmica y agitada al punto de obnubilar mis ojos, la realidad se empezaba a desdibujar bajo el cloroformo de la cotidianeidad, empecé a sentir la falta de apetito por las cosas y sus reflejos, las piedras eran almas y las almas era nubes. Tendido sobre un montículo de un árbol talado en la mitad del bosque empecé a sentir la falta de oxigeno, los sonidos se hacían evidentes y su inmensidad lejana, y no sabía si esta acostado equivalía a estar muerto.

Seguía tomando agua del vaso azul, mientras pasaban nubes llenas de agua con sentimiento de placer, en la distancia iban volando, grotescas y libres, abundantes y sublimes, ardían en su vuelo y en una milésima de segundo un pensamiento intruso trepano mi corteza asociativa y su realidad ya no era la misma, me burle de ellas! Me burle de la liberta! Ustedes son unas malditas esclavas, dije. Era una carcajada en silencio que volvía al silencio, incluso las odie con un cansado repudio, son esclavas del viento, de la voluntad de los dioses y de las plegarias de los agricultores, pensé, ustedes también son esclavas y por eso las odio, grite. Creí que eran libres, volaban para burlarse de las cárceles humanas, de la mísera conciencia humana, creí que su libertad estaba atada a las invenciones de su infinito, pero no, no son más que unas miserables esclavas, que vuelan quizá huyendo de la voz de amos invencibles.

Volví a mi desierto, una sombra lograda por una hoja que se anteponía a un rayo de sol golpeo mi cara, ¿por qué la sombra!, será que se anuncia la noche tenebrosa o tan solo es un efecto del viento?, suspire en la mitad de un pensamiento, las ideas corrían vagan por mi cabeza, nubes de polvo y piedra atravesaban corriendo mi cerebro, mientras el polvo dejaban tras de sí algo de viento. No puedo decir pensamiento, puesto que mis ojos ya no están puestos en la nube lejana, ahora una parte de mi conciencia se encargaba de la sombra, la noche. Es la noche! hizo un llamado agudo e inconstante a mi angustia...

La sombra y las nubes, las nubes y la sombra para ser justos, quería pensar de forma ordenada, quería sentir el rigor del método en mis sentidos, odiaba el desorden de mi rutina, un árbol y una sombrilla, un vaso cargado de zapatillas, una calle y su barrendero, todo llegaba a un punto de soliloquio, extremadamente absurdo y melancólico.

Los arboles y la tormenta, quería una conclusión, no podía seguir tendido bajo la sombra de ese árbol por ello cerré los ojos. Ahora todo cobraba sentido en un hermoso silencio, era mi noche oscura y bella y amada, que me prometía el fin de los días. Te amo noche oscura.

17/4/10

Leandro Loaiza Largo























El poema pasa despacios
obre la cúpula azul
de nuestros pensamientos,
endulza las lenguas,
empalaga...
parece tener forma de algo,
parece suave,
parece blanco...

Cuando el poema oscurece
llueve en hilillos de sal
que llegan hasta el mentón,
se evapora
con la tibieza de la piel,
se desarma,
se deshace...
ya no existe; a menos
que alguien lo escriba
detrás de un recibo
de supermercado
o en el brazo
de la persona que se quiere.


ILUSTRACIÓN: Rene Magritte, Espejo falso.

11/4/10

Orlando Cramer


"Dedicado a la caterva"
Los Engendros de la Soledad


Agarra tu pantalla crepitante de preguntas y llévala a esos sitios que dices conocer.Muéstrale esos atardeceres que no has visto, y píntala con un naranja que no sabrás describir.Retórico del chat, amalgama de heces moralistas, fardo de pedanterías.

No te enfermes de metafísica falaz, hipocondriaco del espíritu, loco desmedrado y positivista.Agarra tu soledad y reprímela: Payaso que no sabe reír, y que finges llorar.

Llévate tus arcoíris y tus pestañinas, con tu síndrome de Peter pan a un lugar más honrado.Los bastardos, los barrocos, los miserables y los gusanos no queremos tu carne virgen.

Lárgate de que aquí que nuestra angustia doble a está forjando telarañas que no sabrás tejer.Ve, pues a tus cafés a y a tus parques a regar esa blenorragia mental que te atosiga, acomoda bien tus palabras al son de las histéricas desgreñadas que fornicas. Porque a nosotros bestias del espíritu no nos tocas.

¿Crees que nos importa lo que te dicen las palabras que no sabes usar?nuestras suites odiosas no van dirigidas a ti, los violines desafinados ya están hartos de tus marrullerías,a nosotros no nos conquistas con tus blasfemias intelectuales, ni nos importa tu precocidad sexual que pretendes llenar con tus palabras sueltas.

La soledad es tan ajena a ti que buscas endiosar a engendros que no te entiendenPobre de ti "incomprendido" mediocre animal que ni rebuznas ni croas, apenas si has aprendido a balarve más bien a tratar de entender a Rizo o a Sabater, quienes te elogiaran por ser tan pobre como tus bolsillos.

Tómate tu café ante tu próxima víctima y recuerda que eres el mejor poeta que ha nacido bajo el sol.


ilustración: ulises se burla de polifemo

Kcoruam

Olor a memoria

¿Pero que es?, ¿que suena?, ¿es un olor?
No, no lo es…
Suena amarillo, entre amarillo y rojo
Suena como sirena triste de ambulancia permanente.

No logro entender, ¿será clave Morse?
No, no lo es…
Suena dulce, suena a olvido, suena a eutanasia a las diez de la noche.

Suena a jabón, como a microondas a los ciento veinte segundos
Pero no se detiene, parece no gastarse, ¿tendrá baterías?...

Me causa terror, pero me adormece
Es tan sutil que me recuerda lo que aun no he sentido,
Lo que no perece,
Lo fugaz e inmortalítico del latido de un narciso de hierro.

¿Dónde esta? ¡No lo veo!, ¿será color aire?, ¿será ilusión mía?
Tal vez… eso creo
Un trinar incesante, como golpeteo de gotas
Una lluvia de versos en contratiempo al compas del viento…

Ya se acabaron. ¿Volverán algún día?
No, no lo creo…
No eran de plástico, tampoco de hierro
Eran guitarras del aire
Que en cada mañana entre sus cantos eternos
Alumbraban de azul, el retazo que le faltaba al cielo…

Lukas Gutiérrez Montoya


Poema leído por el autor, breve alusión del libro: la Fe de los Mártires

Juan Pablo Posada

SÓRDIDO

En medio de la ballena noche me imprecas
qué es el infierno
dónde queda el infierno
Señalo a la muralla manchada de nuestras voces
apretando para no dejar salir más que un susurro
y al portón de un tambor incansable
anhelando una presencia sublime.

Camila Narvaez
















En lo hondo de este poso
Tuve la suerte de encontrarme
Con un miserable
De harapos corroídos por
El moho.
En los trazos de sus gestos dolorosos me perdí
Por un momento.
Su boca seca y sus labios sangrantes
El hedor de las palabras muertas jamás
Me había sido tan indiferente.
De sus cuencas colgaban dos hoyos negros
Desgarradoras pupilas vibrantes de ira
Y una mano empuñando el espejo.
Pobre miserable; su corazón arrugado
Destilando aquel humor sagrado
Vino de una cosecha que aún no he recogido.
Pobre de aquel hombre; tan ruin y pestilente
Su carne se ampolla y el con sus huellas arrugadas intenta
Ponerla en su lugar.
Y a mí en un acto de condolencia solo me queda
Llorar por él.
Entonces El hombre me sonríe; y yo sobrecogido
Por tal ironía levanto mi mano
Y la estallo contra su mejilla.

Vaya amarga sorpresa la que me llevé
Cuando el agua me empapó el rostro.