19/9/09

Recital de poesia en la venta de dulcinea en Envigado

David Ignacio Jaramillo




Felipe Lopez



Nemesis

17/9/09

JOSE ESTRADA


LAS PALABRAS




Sacarme a gritos las palabras,
Cuñarlas con servilletas y esperar que el viento se las lleve,
Que las moje el sudor de las manos,
Sospechar de los sinónimos y creer en antónimos.




Tomármelas de un sorbo,
Fumármelas envueltas en hojas de biblia,
Condenarme con cada aspiración de humo,
Esperar escribiéndolas en el purgatorio literario.




Verlas en las calles, en las paredes, en los tenis,
En libros de interpretación de los sueños,
En subtítulos de películas alemanas,
En actas de defunción.



Con significados peyorativos,
Designando las instrucciones para subirse a un tren,
Referenciando lugares,
O en cartas de amor.



Envigado, 13 de mayo de 2009

15/9/09

Steven Rios


























En este julio vestido de negro


En este julio vestido de negro
solas están las calles
lúgubre es el panorama
el olor a pólvora se escabulle por la ventana
ríos de sangre hay por donde vayas
mientras cuerpos caen inertes destrozados por las balas.

En este julio vestido de negro
madres lloran sin ser consoladas
viudas esperan en la puerta
vanamente al ser que amaban
al infante le cambiaron la inocencia
por una triste mirada.

En este julio vestido de negro
semivacías están las casas
tazas de café se enfrían
en el transcurso de la mañana
siempre hay un plato sobrante en la mesa
y un desconocido que en el hogar falta.

En este julio vestido de negro
ruidosas son las pistolas
calladas y precisas las balas
anónimos son los mensajeros de la muerte
que sin piedad y a sangre fría las descargan.



Ilustración: Floris Andréa

13/9/09

kcoruam

El viento acarició su mirada, sus labios cerraron las palabras que aun no existen y el tiempo persiguió sus pasos, los pasos que jamás regresaron…

5:15:0 en una ciudad que muta con los segundos, luces verdes, blancas, luces rojas, negras, aleteos persistentes de palomas grises, el llanto de un bebe, la risa fingida de un mimo, el sol, la lluvia, sombrillas, calor, frio, un abrigo…tic….tac….
La fotografía de su sonrisa, la sonrisa de su felicidad, un recuerdo de la niñez, dos copas de vino, la playa en invierno, dos tazas de café.
Las células muertas de otro hiriente atardecer, las pastillas para el dolor de cabeza, la joven de sweater rojo, Dalí, la poesía en el hielo, un ataúd, mi cabello seco, húmedo, seco.

5:15:2 los pasos, el eco de sus pasos, la película de terror, la calle 52, el eco de nuevo, mi vieja bicicleta negra, mi tarea de matemáticas, la que se comió mi gato, los recuerdos, “te amo,-no es cierto-“, las flores, navidad, mi chaqueta pálida, la cámara de video, el video, Max mi amigo, el internet, Max mi enemigo, las lagrimas, la risa, mi guitarra de madera, me voy, regresé, el vacio, la leche y las vitaminas.
“¿Que quieres?”, “¿lo sé?”, me estoy muriendo, ¿qué es derivación?, sacar el perro a pasear, la iglesia, el tablero, mi amigo Max otra vez, el cigarrillo, mis nuevos blue jeans, el anillo azul, “¿en donde están mis medias?”, la resonancia de sus zapatos en el suelo negro, “¿Qué quería decirme?”…el café esta amargo, solicito un acta de defunción, mañana pago, “¿me ama?”, la competencia y las industrias, mi papá, mi mamá, el teclado, “¿Qué hago?”, las drogas, los dementes, mi amigo Max, “correré”, el césped y la luna menguante, “espera, no te dejaré ir”, sus dulces besos, sus abrazos, su ternura, el piano.

Quizás mañana, los rascacielos, Plutón, “confío en ti, es solo que…”, mañana es sábado, ayer también, “tengo miedo”, el fantasma de mis pesadillas, el circo, montañas, mas montañas, otra montaña, “¿miedo de que?”, el acido sulfúrico, las papas, el queso, azúcar, “de perderte…” y de nuevo empezando, alo, quien habla?, la niebla, “te quiero”, 25 ratones entre una pecera, ya amaneció, si? Y a donde se ha ido?

9/9/09

Manuel Alejandro Cartagena Valderrama



Me encuentro en el paradero de buses como todas las mañanas, un viaje rutinario a través de un camino conocido, con personajes que entran y salen de escena; pero hay otros que se quedan y son protagonistas del día a día. Aquí en este viejo paradero algunas caras son conocidas y habituales, como doña Susana, dueña de la panadería de enfrente a la oficina o aquella mujer de pronunciadas curvas que todos los días se baja en la esquina en donde se encuentra aquella vieja cantina.

Aquí viene lentamente aquella chatarra que durante casi toda mi vida me ha transportado a través de esta inmensa pero a la vez pequeña ciudad y como siempre Ramón se encuentra en el volante, sonriente y dando el saludo de buenos días como lo ha venido haciendo desde que lo conozco, lentamente subo una a una las escalas hasta por fin llegar a la registradora, levanto la mirada y busco mi lugar habitual, me dirijo hacia con pasos frágiles y cautelosos, pues el paso del tiempo ha hecho estragos en mí.

Mientras espera a sus habituales usuarios Ramón prende la radio y rápidamente coloca su música preferida, la salsa, empieza a tararear cada una de las canciones que colocan, mientras tanto los demás se encuentran sumergidos en sus pensamientos.

El rugir del motor marca el inicio del largo viaje, todo es silencioso e incoloro e incluso pareciera que la realidad cambiara y se transformara en un mundo incoloro y monótono, en una obra de teatro sin diálogos o en un circo sin payasos. Allá afuera un mundo peligroso en el que en cada esquina hay un feroz depredador dispuesto a atacar y devorar al indefenso transeúnte.

Al igual que todos los días los observo, trato de leer sus pensamientos, saber sus sentimientos y ver a través de su alma, pero siempre he fracasado en ello y vuelvo a intentarlo al día siguiente.

Llegamos a la primera parada y como siempre aquel caballero de traje lustroso y billetera abultada se monta, desafía con su mirada y con pasos firmes se dirige al último asiento en el que su antes desafiante mirada, cambia por una melancólica y gris; tal vez perdió algo hace ya mucho tiempo, algo que no se puede reemplazar y que es vital, aunque no sepa que es, ya que aun lo conservo conmigo.

Pasan los segundos y los minutos, uno tras otro llegan a su destino y otros llegan en su lugar, pero siempre el silencio se pasea por el pasillo y el gris de sus miradas predomina, todos poseen una historia para contar, una historia para escuchar y ante todo un alma por sanar.

Aquella bella joven como todos los días se monta en la esquina del supermercado, sus ojos azules, sus labios delgados y su rostros angelical, se sienta en la silla de al lado y comienza a observar a todos y tal vez se pregunte a sí misma, como lo hago yo.

Siguen entrando y saliendo personas, bajas, gordas, delgadas, viejos, jóvenes y no tan jóvenes; un pequeño mundo dentro de uno mucho más insignificante, este bus es como la vida misma, es un largo camino en el que entran y salen protagonistas, en el que cada uno tiene su propio lugar de destino y en el que cada uno escribe su propia historia.

Paramos en el cementerio, allí lentamente se sube una figura espectral de mantos negros y de filosa hoz, lentamente recorre por el pasillo, pero no para cumplir alguno de sus trabajos, si no simplemente para transportarse a través de una ciudad que muere lentamente, uno a uno en los barrios, en las esquinas y en las calles; héroes que caen abatidos a cada instante y una muerte que cada día queda sin trabajo, su antes filosa hoz ahora se está oxidando y resquebrajándose.

Son las cuatro de la tarde y por fin veo llegar mi destino, aquella olvidada esquina en la que al igual que yo, doña Susana se ha bajado todos los días de su vida, me despido del bus dejando atrás a Ramón y los pasajeros que ahora ocupan mi lugar, yo sigo caminando y pensando en aquel triste mundo rodante, en el que he escrito al igual que otros mi historia que es la historia de muchos.

MAC

2/9/09

NEMESIS




















DULCES SUEÑOS

Amante de la oscuridad enséñame
a amarte para conocer el erebo de mi alma,
condúceme a mundos desconocidos
donde la existencia y la permanencia
son eternas pero dolientes, porque
mis ruegos no llaman tu atención
y en mis sueños se produce la conmoción
de rosar tu piel y besar tus labios
carnosos y rojos, más que la sangre,
que hacen que el sueño sea más
placentero y dulce,
enséñame como es existir,
quiero ver como el tiempo nos destaja
y muestra la desnudez de nuestras almas.
amante inexistente que amo locamente
y deseo estar despierta para ver la realidad de tu cuerpo
entrar en un colapso,
y no pueda,
ni se permita dejar de amarme,
para que en esos supuestos dulces sueños
se conviertan en un calvario,
deseando soñar una vida junto a la mía.

Ilustración: Vassili Kandisky