22/10/09

DIEGO GALVIS





























Un minuto una hora una vida

Tengo mucho tiempo para escribir
Pero de que me sirve, si cada parpadeo
Se convierte en una hora,
Una hora que no tiene 60 minutos
Sino 60 pulsos que borro con un solo “click”.

Solo me recuesto sobre mi silencio
Dirigiendo mi cabeza, apuntando mi mirada
Hacia un pequeño digito que transcurre y evoluciona
Para cumplir su fase,
Aquel que concluye con un mismo comienzo.

Cerrando un ciclo que inicia con el alba
Y termina en el ocaso, dejando un espacio frio,
Cediendo un momento silencioso
El cual me deja escribir estas sutiles palabras,
Que no dicen nada, que solo muestran letras y no un número para indicar el tiempo.

Pequeños e insignificantes, golpes vagabundos
Que en cada descuido vuelven a estar fijos,
Leve movimiento que con la punta de su aguijón, irrumpe mi silencio,
Tímidos golpes que avanzan dejando atrás la vida misma,
Marchando uno tras otro por un espiral que se disipa vagamente.


Atenúa la luz e ilumina la penumbra,
Rasga la noche y aventura el día
Permanecen ahí, diciéndonos: “aquí no hay nada”,
Pequeños pulsos que no matan de un golpe,
Pero si me recuerdan que ya es de madrugada.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

LEER Y ESCRIBIR... ES TALVEZ EL UNICO ESPACIO EN EL QUE LA LIBERTAD AUN ES POSIBLE...