27/3/11

Juan Sebastián Murillas Salgado

Factoría

Noche de forja. De hélice que destruye los contornos,

de agitación de sombras como grilletes,

de empuñadura de zodiacos como tragedias.

Noche ilimitada. Piedra léntica que los peces habitan,

monasterio erguido donde el fuego cuece

insistencias y teoremas de alambre.

Perseguida. Maestra de fuegos que la asedian,

la noche se inflama de arcanos que la sangre huele

cuando la luz amarra sus perros.

Noche letal y salina,

pájara ciega atascada en los sexos subterráneos,

brida que revienta en la furia

de la daga cuando oscila,

noche atroz,

corazón abisal donde germina el óvulo y la mitología,

tu garganta infinita levanta el vagido,

coyuntura siniestra donde los brazos colapsan

aferrados a su estrella,

sintetizados en el sueño de los hongos que se yerguen

como signos últimos de una letanía extinta.

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