9/9/09

Manuel Alejandro Cartagena Valderrama



Me encuentro en el paradero de buses como todas las mañanas, un viaje rutinario a través de un camino conocido, con personajes que entran y salen de escena; pero hay otros que se quedan y son protagonistas del día a día. Aquí en este viejo paradero algunas caras son conocidas y habituales, como doña Susana, dueña de la panadería de enfrente a la oficina o aquella mujer de pronunciadas curvas que todos los días se baja en la esquina en donde se encuentra aquella vieja cantina.

Aquí viene lentamente aquella chatarra que durante casi toda mi vida me ha transportado a través de esta inmensa pero a la vez pequeña ciudad y como siempre Ramón se encuentra en el volante, sonriente y dando el saludo de buenos días como lo ha venido haciendo desde que lo conozco, lentamente subo una a una las escalas hasta por fin llegar a la registradora, levanto la mirada y busco mi lugar habitual, me dirijo hacia con pasos frágiles y cautelosos, pues el paso del tiempo ha hecho estragos en mí.

Mientras espera a sus habituales usuarios Ramón prende la radio y rápidamente coloca su música preferida, la salsa, empieza a tararear cada una de las canciones que colocan, mientras tanto los demás se encuentran sumergidos en sus pensamientos.

El rugir del motor marca el inicio del largo viaje, todo es silencioso e incoloro e incluso pareciera que la realidad cambiara y se transformara en un mundo incoloro y monótono, en una obra de teatro sin diálogos o en un circo sin payasos. Allá afuera un mundo peligroso en el que en cada esquina hay un feroz depredador dispuesto a atacar y devorar al indefenso transeúnte.

Al igual que todos los días los observo, trato de leer sus pensamientos, saber sus sentimientos y ver a través de su alma, pero siempre he fracasado en ello y vuelvo a intentarlo al día siguiente.

Llegamos a la primera parada y como siempre aquel caballero de traje lustroso y billetera abultada se monta, desafía con su mirada y con pasos firmes se dirige al último asiento en el que su antes desafiante mirada, cambia por una melancólica y gris; tal vez perdió algo hace ya mucho tiempo, algo que no se puede reemplazar y que es vital, aunque no sepa que es, ya que aun lo conservo conmigo.

Pasan los segundos y los minutos, uno tras otro llegan a su destino y otros llegan en su lugar, pero siempre el silencio se pasea por el pasillo y el gris de sus miradas predomina, todos poseen una historia para contar, una historia para escuchar y ante todo un alma por sanar.

Aquella bella joven como todos los días se monta en la esquina del supermercado, sus ojos azules, sus labios delgados y su rostros angelical, se sienta en la silla de al lado y comienza a observar a todos y tal vez se pregunte a sí misma, como lo hago yo.

Siguen entrando y saliendo personas, bajas, gordas, delgadas, viejos, jóvenes y no tan jóvenes; un pequeño mundo dentro de uno mucho más insignificante, este bus es como la vida misma, es un largo camino en el que entran y salen protagonistas, en el que cada uno tiene su propio lugar de destino y en el que cada uno escribe su propia historia.

Paramos en el cementerio, allí lentamente se sube una figura espectral de mantos negros y de filosa hoz, lentamente recorre por el pasillo, pero no para cumplir alguno de sus trabajos, si no simplemente para transportarse a través de una ciudad que muere lentamente, uno a uno en los barrios, en las esquinas y en las calles; héroes que caen abatidos a cada instante y una muerte que cada día queda sin trabajo, su antes filosa hoz ahora se está oxidando y resquebrajándose.

Son las cuatro de la tarde y por fin veo llegar mi destino, aquella olvidada esquina en la que al igual que yo, doña Susana se ha bajado todos los días de su vida, me despido del bus dejando atrás a Ramón y los pasajeros que ahora ocupan mi lugar, yo sigo caminando y pensando en aquel triste mundo rodante, en el que he escrito al igual que otros mi historia que es la historia de muchos.

MAC

1 comentarios:

dario grisales dijo...

increible relato, pero la mejor parte es "largo camino en el que entran y salen protagonistas, en el que cada uno tiene su propio lugar de destino y en el que cada uno escribe su propia historia.
" es muy sierto la vidad es similar