El poema pasa despacios
obre la cúpula azul
de nuestros pensamientos,
endulza las lenguas,
empalaga...
parece tener forma de algo,
parece suave,
parece blanco...
Cuando el poema oscurece
llueve en hilillos de sal
que llegan hasta el mentón,
se evapora
con la tibieza de la piel,
se desarma,
se deshace...
ya no existe; a menos
que alguien lo escriba
detrás de un recibo
de supermercado
o en el brazo
de la persona que se quiere.
ILUSTRACIÓN: Rene Magritte, Espejo falso.
2 comentarios:
Podemos cambiar con ese poema el proverbio español que dice "lo breve y bueno es doblemente bueno"
por decir lo "lo simple y bello es doblemente bello"
Siempre un gusto leerte leandro
Muy bueno Leo, lo leo y lo leo...
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